Desde que empecé a involucrarme en el mundo gastronómico de manera formal, finales del 2022, he visto la evolución del Restaurant La Mesa que empezó a funcionar a finales del 2019. De a poco ha ido generando un camino que el mismo Álvaro Romero cuenta que no tenía tan definido pero que ha crecido con consistencia, caminando todo en torno a una mesa de una casa, su casa, «amoblandola» y agregándole esos detalles para hacerla más acogedora.

En mayo del 2024 nació Masal, un bar de vinos que se alimenta de la cocina de La Mesa. Tiene más de 100 etiquetas de vinos y un servicio de lujo, y por supuesto las copas de Spiegelau que las quiero todas. Pero Masal compartía el espacio también de la barra de coctelería de La Mesa, así que llegó el momento de armar un bar pero de verdad en la terraza del lugar. Lo que se hizo real en febrero y que empezó a conocerse en marzo del 2025 por los visitantes de este -multiespacio-.

Lo que más representa estos tres espacios es tratar de ocupar el producto en su totalidad, no tener desperdicios y llegar a eso no es tan fácil. Por eso todo se une, cocina, bar, vinos y las personas que están constantemente pensando en como seguir mejorando esta propuesta.

Lo que me gusta de Verde Bar es que es un espacio totalmente diferente a La Mesa y a la vez, diferente de Masal. Cada uno tiene su onda, su espacio, sus personas. Esta vez había DJ en vivo, que tenía unas músicas bien verdes selváticas, que fueron mutando de acuerdo a las personas que llegaban al lugar. Buenos precios, mucha gente y voy a resaltarlo de nuevo -diferente espacio- en donde puedes tomar vino, coctelería o comer algo de La Mesa o los platos especiales de Verde Bar.

Algo de lo que probamos ese día en Verde Bar:

Verde Bar es el claro ejemplo de que el buen ambiente y la creatividad pueden crear algo interesante y algo que la gente anda buscando. Cada rincón puede tener su propia alma, por lo tanto multiples comensales y personalidades. Diferentes sensaciones en una misma visita.

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