Hace más de 3 años que no iba a Oporto Steak Bar, y tampoco iba a ir porque me fue mal esa vez. De lo que recuerdo, fui con unas amigas a ponernos al día, tomé algunas fotos y me retaron. Y de lo que comimos, no estuvo tan bueno para el precio que tenía.

Pero… volví, conocí el lugar por dentro, lo encontré gigante y bien entretenido. Esperé a que me sorprendieran. Por lo menos el servicio funcionó, hay una cafetería de especialidad en el lugar también lo que hace que puedas realmente terminar el almuerzo, comida o lo que sea con un buen café (al fin). Y cuando iban montando la mesa, veo que llegan con varios tipos de sales y recordé cuando me contaban algunas historias del Chef Gianfranco Mazzarelli de Puerto Fuy, con la degustación de aguas y sales diferentes. Hice el comentario y claro, ahí estaba el chef que lleva casi un año en el lugar.

Me cuentan que tienen 2 tipos de almuerzo de lunes a viernes de 12:45 a 16 hrs.: un «soup and salad» que cuesta $11.500 y también la opción de «almuerzo ejecutivo»: una entrada, un fondo y postre por $16.500. O si no, puedes pedir de la carta directamente que es más picoteo, hay platos de fondo de todas maneras y mucho para elegir.

La verdad es que llegué a las 14 y estaba llenisimo el lugar, me di cuenta que los platos salían rápido así que no creo que haya sido por los tiempos de espera.

Pude probar el -Arbol de Wantan- que va con wantanes de camarón y de carne con salsas para cada uno. Es bastante llamativo pero creo que se enfrían muy rápido. También llegó el crudo con un huevito, con un montaje muy lindo y fácil de armar, le pusimos sal maldón para darle más fuerza. Sabroso, cremoso, con un pan de masa madre que funcionaba muy bien. Y también unas croquetas de loco que tenían todo el sabor marino adentro. Lo acompañé con una copa de chardonnay.

Y luego me presentaron el arroz nikkei del mar que tenía de todo, pulpo, langostino, camarón, ostión, pescado y bonito seco encima (katsuobushi). Muy sabroso, bien sazonado, sirve como plato o como acompañamiento, o sea, perfectamente lo puedes pedir para compartir. Y también probé el filete patagónico que contiene filete, ostiones patagónicos, esparragos, wakame, nori, algas y el demiglace que une todos los ingredientes. Mucha personalidad en este plato, tanto que no se olvida. La carne la pedí 3/4 así que quedó jugosa y perfecta.

Junto con estos platos, también pude probar un cóctel de autor que lo tienen como «unique experience» bajo el nombre de «Zen One» que contiene gin, aloe vera, té negro pero de rosas, limón y syrup de pepino. Un cóctel bien fresco, se siente el gin, el té da ese sabor terroso pero suave, el aloe vera le da consistencia y la mezcla queda con un sabor dulce agradable.

Para terminar, me presentaron el famoso creme brulee de manjar, lúcuma y nuez que definitivamente es para compartir, que rico que estaba, creo que lo que más me gustó fue la lúcuma, porque me sacó del típico postre de crema y huevo; y lo mejor es que no era para nada hostigoso. También probé el café del lugar y super bien para terminar el almuerzo.

La verdad es que cambió completamente la percepción que tenía del lugar, y lo único que quiero es ir un día a sentarme en esa barra hermosa a pedir la coctelería del lugar para hacer una nota para la Revista Jengibre, obviamente.

Ahora les toca a ustedes ir a comprobar si lo que cuento es verdad o no. Pero yo no miento. ¡Así que espero sus comentarios!

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