El tiempo, los tiempos. El lugar, los lugares. Así empieza el texto del menú que entregan en Manuel, el restaurante en Barranquilla de Manuel Mendoza o como le dicen todos, «Mane». Y continua con un «Mi vida fue, es y será el espacio tiempo Caribe.
Antes de empezar a contar sobre -Manuel- me interesa poder comentar sobre la llegada a Barranquilla y la invitación a conocer la mano de la madre de Mane, Irasema Bula. Una mesa laaaarga para que todos disfrutemos y entendamos de donde nació esa pasión que tiene Mane por la comida y el cariño y preocupación que hay para todos y con todo.










Ahora si, retomando -Manuel-, todo parte con un sonido característico en la entrada al restaurant, pasando de la ciudad a una selva, una teletransportación a un lugar especial. Al entrar puedes ver una gran barra y luego la cocina. Después existe un salón privado y más mesas, diferentes sectores, todos con su estilo especial y acogedor. Su cocina se basa en una ejecución creativa y de vanguardia respetando los productos de la costa del atlántico. Mucha reinvención de platos tradicionales con esa mirada moderna resaltando sabores de los productos ocupados.





Probamos el menú de degustación con maridaje, partimos con Langosta – Plátano – Mantequilla avellanada, Carimañola – hongos – suero costeño y Lengua – millo – mayo de langostinos. Exquisitos bocados perfectos para empezar acompañándolo con un cóctel que tenía viche, guayaba agria, limón mandarino y espumoso.







Luego: Empanada – berenjena – leche cortada, Pesca blanca – habichuela criolla – ají chivato, Kafta de pescado – oxalis – mostaza encurtida.







Seguimos con patillazo – pesca blanca – ajonjolí – cítricos.


La ahuyama – stracciatella – albahaca.


Gallina – Mazorca – Coco y Panceta – ají topito – marañón.



Y para finalizar, Pasifloras colombianas y Marañon – flor de mayo – limonaria.



Revisando todo, creo que no puedo elegir un favorito, porque todo tenía un sabor particular y propio. Me inclinaría por la ahuyama (calabaza) por su textura y suavidad, pero todo estaba increíble.
Y así, entre la calidez de la bienvenida de Irasema y la impecable ejecución de Mane, Manuel se convirtió en una parada obligatoria en Barranquilla. El sabor de la Langosta te abraza, la Lengua con millo te hace querer más, el cóctel con viche, un acierto total para maridar la explosión de sabores. Salí de ahí con el corazón lleno y el paladar feliz esperando volver nuevamente.

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